CÓMO TRANSFORMAR CONVERSACIONES DIFÍCILES EN RESULTADOS CONCRETOS

Estás en una reunión. Un colega propone una idea que te parece absurda. El pensamiento te cruza sin filtro: «qué idea sin sentido». Pero no lo decís. Querés ser honesta, pero también respetuosa. Sabes que, si hablas sin filtro, dañas el vínculo. Pero si respondes algo como: «interesante tu comentario………», sentís que traicionas tu verdad.

Este dilema cotidiano es mucho más profundo de lo que parece. Está en el corazón de las dinámicas que debilitan la efectividad, la confianza y los resultados en los equipos.

El problema no es lo que pensás. Es lo que evitas decir

No podés controlar tus pensamientos. Pero sí podés elegir qué hacés con ellos.

Cuando evitamos expresar lo que sentimos o pensamos por miedo a incomodar, lo no dicho se convierte en una barrera silenciosa. Y entonces:

Se acumula la frustración

Cuando algo nos molesta, pero no lo expresamos, ese malestar se acumula. Un líder nota que su equipo llega tarde a las reuniones, pero nunca lo menciona. Internamente, se irrita cada vez más. Hasta que estalla por algo menor… o , se desconecta emocionalmente.

¿Cómo se evita?

Nombrando a tiempo la situación con claridad y respeto:

“Noté que varias veces estás llegando después del horario pautado. ¿Qué podríamos acordar para cambiarlo?”

Se debilita la confianza

Si no hay conversaciones honestas, el vínculo pierde fuerza. Un gerente evita dar feedback porque no quiere generar conflictos. El equipo lo percibe como falta de claridad. Y empieza a desconfiar de sus verdaderas intenciones.

¿Cómo se fortalece?

Entrenando el hábito de dar devoluciones frecuentes, honestas y específicas:

“Sobre la presentación de ayer, hubo puntos fuertes, y también áreas claras de mejora.”

Se pierden oportunidades de mejora

La innovación y el aprendizaje nacen del intercambio. Una colaboradora tiene una propuesta innovadora. Pero su líder no habilita el espacio para debatir ideas por temor al conflicto. La idea no se escucha y el equipo sigue repitiendo métodos y estrategias que no funcionan.

¿Cómo se habilitan?

Generando espacios reales de escucha y validación:

“¿Alguien tiene otra forma de encarar este desafío? Me interesa escuchar ideas distintas.”

LA COLABORACIÓN REAL NO SE CONSTRUYE DESDE LO POLÍTICAMENTE CORRECTO, SINO DESDE LA CAPACIDAD DE COMPARTIR MI VERDAD CON RESPETO Y DE RECIBIR LA VERDAD DEL OTRO CON APERTURA.

El liderazgo comienza con una decisión de consciencia

Podés tener razón y perder al equipo.
Podés evitar el conflicto y perder el foco.
O podés aprender a tener conversaciones que transforman.

Transformar una conversación difícil en un diálogo constructivo no es una técnica.
Es una práctica de liderazgo. Y como toda práctica, requiere entrenamiento.

Las 3 habilidades que todo líder necesita entrenar

1. Escuchar con apertura

No es solo guardar silencio. Es crear un espacio donde el otro sepa que su perspectiva importa.
La escucha genuina comienza cuando dejamos de querer tener razón… y empezamos a tener curiosidad.

¿Cómo se hace?

“Antes de dar mi opinión, quiero entender bien tu punto. ¿Podes  contármelo de nuevo desde tu perspectiva?”.

Este punto es importantísimo, solemos hablar desde la tercera persona: “uno cree que el cliente cumplirá su compromiso de pago” y lo que buscamos es que sea dicho en primera persona: “Yo creí que el cliente cumpliría su promesa”


2. Indagar con profundidad

No preguntes solo “¿qué pensás?”.
Preguntá también:

INDAGAR ES DESARMAR JUICIOS Y EXPLORAR LAS RAZONES DETRÁS DE LAS IDEAS

3. Expresar con honestidad y respeto

No se trata de disfrazar tu opinión. Se trata de compartirla con claridad y sin arrogancia.
En lugar de “eso no sirve”, podés decir:

“No veo cómo eso nos acerca al objetivo, ¿me explicás tu mirada?”

El lenguaje del aprendiz abre puertas. El del experto que no escucha, las cierra.

¿Cómo se hace?

“Desde mi rol, lo que veo es diferente. Me preocupa que esto nos aleje del objetivo, pero quiero entender mejor tu enfoque.”

Ser aprendiz antes que experto

Los conflictos escalan cuando hablamos desde la certeza.

Las transformaciones empiezan cuando alguien se anima a decir:

“no entiendo, pero quiero entender”.

La humildad no es debilidad. Es liderazgo.

¿Y ahora?

La próxima vez que estés en una reunión difícil, haz este ejercicio:

  • Escuchá sin interrumpir.
    Permití que la otra persona se exprese por completo.
    Ejemplo: Si alguien comparte su frustración por la sobrecarga de tareas, escucha sin justificarte ni interrumpir.

  • Resumí lo que escuchaste.
    Mostrá que comprendiste.
    “Entiendo que sentís que la carga está mal distribuida y eso te genera tensión, ¿es así?”

  • Preguntá qué llevó al otro a pensar eso.
    Profundizá sin confrontar.
    “¿Qué situaciones te llevaron a sentirlo así?”

  • Compartí tu verdad en primera persona, sin imponerla.
    “Desde mi rol, veo que hubo cambios urgentes que nos desbordaron. Me gustaría que pensemos juntos cómo organizarnos mejor.”

LA DIFERENCIA NO LA HACE LO QUE PENSAS. LA HACE LO QUE ELEGÍS HACER CON LO QUE PENSAS.
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